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Cónicas del Templo Negro

Después de muchos años de revisión y de buscar la forma de editarme, he vuelto a decidirme por la autoedición. El 4 de julio estará disponib...

domingo, 22 de mayo de 2016

Cónicas del Templo Negro

Después de muchos años de revisión y de buscar la forma de editarme, he vuelto a decidirme por la autoedición. El 4 de julio estará disponible el Ebook que desde ya puede reservarse en preventa por Smashwords, iBooks, Amazon y similares. Ocasión para volver a poner algo en este blog, aunque ya lleve nuevamente un año de muerto, así al menos cubro más canales.

En este caso no se trata realmente de una novela (aunque se deje leer como tal), sino de una revisión, traducción y recomposición hypotextos varios. El resultado, como decía, se deja leer a varios niveles. Las notas al pie son una parte esencial de la historia o representan, en todo caso, una metahistoria que corre a otro nivel y se intersecta con el relato principal. Por ello mismo el formato me ha dado muchos dolores de cabeza, pero finalmente me he decidido por la versión en Epub, mientras que Txt o Pdf no serán posibles por el momento. Tampoco existe, por ahora, una versión impresa. La ventaja del digital es que lo vuelve accesible más allá de la distancia y sé que tengo lectores desperdigados por Latinoamérica y España en lugares donde la logística editorial es más que deficiente. La desventaja es que tendrán que instalar un programa lector en su dispositivo, pero hay muchos de esos grauitos por ahí. Espero que, de esta manera, puedan más ser partícipes en el coro de voces de la nyngerología.

Para muestra, un botón. Aquí una parte más bien avanzada del relato, de hecho una de las últimas que descubrí al revisar esta edición en el 2013.


Esto les diré sobre el orgullo de los nuestros y la muerte, pues sé que a todos atañe, mas ninguno ha sabido darme la respuesta al dilema para explicar o condenar lo que en el desierto vi.

¿Debiera yo acaso llevar el nombre de Dalcion? Supe lo mismo que él, para ver a la distancia más allá de mis ojos sin que nadie me lo enseñara, mas por mi propio ingenio. Y fue de esta manera que pude percibir1 la vastedad de las tierras, la locación de los pueblos mortales y la muerte del dragón rojo mucho antes que Sagascier supiera de ella. Mas en toda la extensión que mi mente abarcó no había más que arena, rocas y escasos espejos de agua, además de los seres que sólo buscan repetirse a sí mismos creando más de los suyos. Y lo único que se renueva y modifica todo es la voluntad de los nuestros, por lo que no he podido hallar otra cosa que me sea grato de observar. Entre los nuestros en cambio observé a quienes esculpían las rocas en formas que desafiaban la naturaleza, o que cambiaban la constitución de los animales para tornarlos en nuevos seres, y muchos otros que viajaron sin tregua hasta más allá del horizonte de mi percepción, hacia zonas que nadie del templo ha podido siquiera divisar. Estos y tantos otros portentos percibí siempre a la distancia sin necesidad de que ellos me vieran, pues sin la promesa de libertad en la que ha sido fundado este templo, toda compañía me es odiosa.
 

Vi así a quien dos de los nuestros encararse en las planicies abiertas. Y aunque intentaron comunicarse y reconocerse, tras los años de separación habían olvidado los mutuos rostros e incluso el lenguaje. Así cada uno de ellos echó a hablar las palabras que en su voluntad forjaban, mas ninguno pudo entender al otro. Ciertamente, si no fuera por mis habilidades o las de Dalcion, o por esta escritura de Avernian, aquí en el templo tampoco pudimos haber vuelto a usar el lenguaje como si fuera el de nuestros inicios.
 

Mientras así hablaban pues los dos en la planicie, viéronse rodeados de una gran masa de mortales que los miraban con odio y se disponían a atacarlos. Y atacaron primero a uno, quien ferozmente los empujó con el mero poder de su mente y empezó a cortar sus cabezas con el filo de sus manos. Mas los mortales seguían viniendo, y así lo atacaron también por detrás y aunque fuera cien veces más fuerte que uno de esos despreciables seres, cien de ellos fueron mas fuertes que él, y redujéronlo sin piedad. Vio esto el otro de los nuestros hecho a un lado, mas sabiendo que ese era su destino no interfirió en la batalla hasta que fue el primero muerto y los mortales lo atacaran a él. Y así fue que entonces clamó con todo lo que pudo e hizo estallar los aires frente a él, quemando a cientos de mortales con su ira, mas aun eran más que él y lo atacaron también por otros lados, y gravemente pudieron herirlo. Sin embargo, gracias a su enorme fuerza pudo sobrevivir y reducir más el número de enemigos, y cuando estos se supieron menos de cien, reconocieron su debilidad y huyeron amilanados.
¿Qué es pues, más importante? ¿Qué significa aquel vivir que en el templo se reclama como juramento? ¿Es el seguir con vida para así seguir cambiando y deseando? ¿O es el actuar de acuerdo a nuestras propias voluntades, cambiando lo que nos rodea aunque ello conlleve a nuestra destrucción? Dejo este enigma en esta piedra hasta que alguien sepa dar sentido a estas palabras del juramento:


Ver, Vivir, Cambiar
 

Seshkeroth, duocentésimo quicuagésimo octavo día del sexagésimo octavo año de la primera era del templo.

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